jueves, 9 de octubre de 2014

Londres me pertenece de Norman Collins

Ejemplar de ocasión que
voy a guardar como un tesoro
Echando la vista atrás, me doy cuenta del intenso paréntesis londinense en el que he vivido estas últimas semanas. Entre las lecturas pre-viaje, la estancia en Londres y los libros que traje de allí, casi ni soy plenamente consciente de haber vuelto a casa. Ando por las calles de camino a la Universidad o al supermercado y no puedo evitar mirar hacia arriba esperando ver la silueta de Saint Paul recortándose en el cielo.
¿Cogí aquel autobús en Marble Arch dirección Hampstead? ¿Paseé realmente por el Embankment al anochecer o todos esos momentos los viví únicamente a través de la ficción?

Me da la impresión de que los paseos ficticios han terminado por enlazarse con los reales, enriqueciéndo mi visión de Londres con mil matices. Quizá por eso miro ahora con tanto cariño todos estos libros que me han acompañado y lo han hecho posible:  Norman Collins y su Londres me pertenece, Jack London y El pueblo del abismo; y por encima de todos, los libros de Virginia Woolf: Noche y día, sus Diarios y la biografía que le dedica Alexandra Harris. 

¿Por donde podría empezar a contaros? ¡Se me agolpan tantas cosas en la cabeza que no quiero olvidar ninguna! Quizá sea buena idea empezar con el libro que me ha brindado la imagen más auténtica y entrañable de  los londinenses, la novela de Norman Collins.

Para situarnos, sobrevolemos a vista de pájaro la ciudad de Londres y detengámonos en la orilla derecha del Támesis. No es esta la parte más opulenta de la ciudad, y bajo la lluvia que cae en esa víspera de navidad de 1938, cuando empieza la acción, aún parece menos atractiva. Pero es aquí donde tenemos que detenernos, en el número 10 de Dulcimer Street, una calle tranquila del modesto barrio de Kennington.


Créditos de inicio de la adaptación
cinematográfica de la novela.
Es en esta finca de pisos de alquiler, dirigida con mano firme por Mrs.Vizzard, donde viven los protagonistas de Londres me pertenece: los Josser, un matrimonio de edad avanzada y su hija Doris, los Boon una señora viuda y su egocéntrico hijo Percy, Mr. Puddy un solterón que alivia las penas comiendo y Connie una excéntrica actriz que, ciertamente, ha conocido tiempos mejores.
Todos ellos son gentes humildes y llevan una vida bastante corriente. ¡Cualquiera diría que sus vidas fueran material de novela!  
Pero a veces,  las historias más emocionantes son las que nacen en el rellano de una escalera. En él pueden vivirse historias de amor, y errores de terribles consecuencias; en él pueden darse las más bellas pruebas de amistad, y crearse lazos de solidaridad capaces de enfrentar cualquier guerra.

En los albores de la II Guerra mundial estas son las vivencias de los habitantes del número 10 de Dulcimer Street. Héroes cotidianos a los que será muy fácil coger cariño y muy difícil olvidar.

Estoy casi segura de que cualquier persona que ame Londres disfrutará con creces de esta novela. Es muy sencillo, todo lo que constituye la esencia misma de la ciudad está presente entre sus páginas. 

Si, han cambiado los edificios y se ha multiplicado el trasiego de gente, algunos valores se han adaptado a los nuevos tiempos... pero aunque hayan pasado casi setenta años desde su publicación, Londres me pertenece podría estar describiendo escenas acaecidas esta misma mañana.  
Escenas londinenses de 1939. Las mismas que podrían haber protagonizado
los personajes de Norman Collins.
Hileras de londinenses siguen corriendo para llegar puntuales a sus oficinas de la City, los salones de té siguen sirviendo casi los mismos menús y las cafeterías donde comer algo a buen precio siguen abarrotándose a la hora punta (aunque antes reinasen los cafés Lyon's y hoy los Pret). 
Las compras en Regent street, los trabajadores ensimismados en el metro… 

Norman Collins conocía  a la perfección los elementos que caracterizaban y constituían la esencia de su ciudad, y los restituyó con maestría en esta novela-homenaje.
Del mismo modo, haciendo gala de esa misma capacidad de observación, minuciosa y humana, creó la galería de entrañables personajes que pueblan sus páginas.

Desde el mismo instante en que cruzamos nuestro camino con el de Mr Josser, cargado con su reloj, sus compras navideñas y abatido por su recién estrenada jubilación, queremos seguirle hacia donde quiera llevarnos. Él es quien nos introduce en Dulcimer street y alrededor suya, de su esposa y de su hija Doris, se irán urdiendo una serie de tramas sencillas con las que resulta muy fácil encariñarse. ¿Conseguirá Doris du independencia? Y Mr Josser, ¿volverá a sentirse útil algún día? ¿Saldrá bien parado Percy del terrible error que ha cometido? Y Connie, ¿sobrevivirá otro día con sus triquiñuelas? 


Momentos de oscuridad y de luz vividos en tiempos de guerra.
Todas estas pequeñas historias cotidianas, de aquel Londres de finales de los años 30 y principios de los 40, forman un precioso testimonio de historia viva, una verdadera postal animada de aquella época de luces y sombras. 
Junto a los protagonistas viviremos los primeros compases de la guerra que se acerca, las evacuaciones de los niños, los partes de la BBC a las ocho, la una, las seis y las nueve; el pánico de los primeros bombardeos…
A veces, los grandes acontecimientos históricos pueden resultar lejanos e impersonales, como si naciesen de ninguna parte y no estuviesen protagonizados por personas reales. Presidentes del gobierno, mandos militares, grandes intelectuales… resulta complicado hacerse una imagen concreta de sus personalidades y motivaciones.

Pero los temores, las alegrías y las esperanzas de los vecinos del número 10 de Dulcimer Street quedan perfectamente claras. Son las reacciones que, en tiempos de paz y de guerra, podríamos experimentar cualquiera de nosotros: los momentos entrañables de ayuda entre vecinos, el apoyo en los momentos más duros; son vivencias que nos interpelan y emocionan como si estuviésemos viviendolas en primera persona.
Esa es la magia de Londres me pertenece: es un libro tremendamente  humano; tanto, que cuando llega la parte más dramática, bajo los bombardeos que asolan la ciudad, no puedes evitar preguntarte si alguno de los personajes ha sufrido algún daño, casi con la misma inquietud que experimentarías si se tratase de un miembro de tu propia familia.

Los Josser, Doris y Bill en la adaptación
cinematográfica de la película. La podéis
ver completa aquí (aunque el argumento
sufre importantes cambios).
Este es exactamente el tipo de novela que a mi me hubiese gustado leer sobre mi ciudad, sobre mi calle y los vecinos que la habitaron y crecieron conmigo. Que alguien los hubiese fijado para siempre en el tiempo con tantísimo cariño.
Y es que no existe equívoco posible, Norman Collins amaba su ciudad y a sus gentes, cada una de las páginas de su novela así lo demuestran. 
Si queréis dar un paseo por Londres, no hace falta reservar ningún billete, solo tenéis que empezar por la primera página, Dulcimer Street os está esperando. 
Es una calle tranquila "que se extiende  desde Dove Street hasta el Swan Walk. Y en ella hay, ciertamente, casas muy hermosas".

Feliz miércoles y ¡muy felices lecturas a todos!

PD. Londres me pertenece ocupa el año 1945 en mi Century of books.

lunes, 6 de octubre de 2014

Septiembre de la A a la Z

Aprovechando los últimos días en manga
corta.
Septiembre…¡con que sigilo llegaste y que rápido te has ido! Entre matrículas, papeleo y burocracias varias me has tenido como una loca arriba y abajo; pero no te lo tengo en cuenta. En el fondo, sigues oliendo a libros y lápices nuevos; a nuevas metas y a excitantes desafíos. 
Ya tengo la cartera llena con todos los buenos momentos que dejaste; menos mal que es grande y ya esta lista para lo que Octubre le tenga deparado :)
la A va por ese momento en el que miras por la ventana y te das cuenta de que ya empieza a anochecer más temprano. Es como si el mundo te gritase: "¡Corre! Es tiempo de volver a casa para acurrucarse en el sofá".
por uno de los mayores placeres que supone la vuelta a Francia: ir a la boulangerie y comprar una baguette tradition recién hecha. Ese olor es la esencia misma de la vida a la francesa, y el ritual de ir a buscarla de buena mañana, es una de las mejores formas de empezar el día.
Adoro esta imagen de las buhardillas al anochecer y como
no, esas galettes de Les Embruns que me están haciendo
la boca agua.
C por el sabor de unas buenas galettes de sarrasin y un vaso de sidra bien fresquita en Les Embruns. Esta es una de las creperías que más nos gustan, situada entre la Gare de Lyon y la Bastille. Si buscáis algún sitio donde comer en vuestras visitas de París, no dudéis en hacerle una visita.
D por supuesto, de Period Drama. Llega el fresquito y con él el momento de sacar de las estanterías novelas y adaptaciones victorianas. Si estáis en busca y captura de alguna que pueda tentaros, no dudéis en hacer una visita a Magrat y a Polly, seguro que daréis con vuestra serie ideal.
E por esta melodía titulada Epilogue. Cada nota que desgrana el piano me recuerda a esas hojas, que durante estos días, van cayendo de los árboles. Una imagen que puede parecer algo triste, pero está llena de melancólica belleza.
F por la Fiesta tradicional que tuvimos en nuestro barrio. Que alegría ver la cara de los niños al encontrarse con los animales de granja y que hambre al oler las salchichas y las bandejas de quiche de los puestecitos de comida…no hay nada como iniciativas como esta para crear lazos entre los vecinos y habitantes de un barrio, pueblo o ciudad.
Instantáneas de la fiesta tradicional
G por la gabardina. No podía esperar más para sacarla del armario e intentar emular como cada otoño la elegancia de la dulce Audrey.
H por el Hampstead Literary Festival al que asistimos durante nuestra escapada a Londres. Nunca olvidaré la emoción que nos envargó a todos los asistentes durante la presentación del libro Scars upon my heart; una preciosa recopilación de diarios, memorias y poemas escritos por las madres, esposas y hermanas de combatientes de la IGM. Entre ellas la célebre Vera Brittain. 
Otro momento único fue cuando al piano empezaron a sonar los acordes de "If you were the only girl in the world". Fue inevitable pensar al instante en una de mis escenas favoritas de Downton Abbey.
I por los planes de invierno que Claire y yo vamos tramando en el Jardín de Luxemburgo. Encontrar un sitio baratillo donde comer al mediodía cuando el frío nos impida comer en el parque no va a ser nada fácil. ¡Tengamos fe! 
J por El albergue de la Jamaica de Daphne du Maurier. Que buen momento de lectura he pasado con él y que capacidad tenía Daphne para recrear atmósferas. Nunca olvidaré esos recónditos parajes de Cornualles donde todavía hoy, se alza solitario el Jamaica Inn.
K por Keats y su preciosa oda "Al otoño". Tres estrofas que captan a la perfección, los colores, los sabores y los sonidos de la que es para mi, la más bella de las estaciones: 
"Estación de la bruma y la dulce abundancia,
gran amiga del sol que todo lo madura…"
El brezo invade las floristerías y las hojas
doradas el Jardín de Luxemburgo.
L por este artículo del London Evening Standard donde varios escritores hablan sobre los lugares de Londres en los que les gusta perderse para leer.
M por Manger, un blog que he descubierto recientemente y he devorado al completo en pocos días. Las recetas y fotografías de Mimi alimentan el cuerpo y el alma. ¡Una auténtica delicia!
N por el traje de novia que llevó Amal Alamuddin en su boda civil con George Clooney. Me importa bien poco quien asistió al enlace, como lo pasaron y que será de su matrimonio, pero en cuanto vi ese conjunto blanco y azul marino me enamoré.
por Outlander, claro clarísimo. No se si la estáis siguiendo, pero yo estoy completamente enganchada. Me diréis que es por Jamie y que queréis que os diga…no voy a ser yo quien lo niegue :)
Una de las cosas que más me gustan de la serie es su música de cabecera, basada en la canción tradicional escocesa "The Skye Boat Song", ¡que preciosidad!
P por las portadas que Vanessa Bell pintó para las novelas de su hermana Virginia Woolf. Cada vez me fascinan más sus pinturas.
Tiempo de victorianos y de ropa calentita
para estar por casa, esta es de Oysho.
la Q va por este excelente artículo aparecido en Jot Down sobre ¿Por qué leer los clásicos?
R de esa ropa calentita que compramos estos días pensando en los largos y fríos meses que tenemos por delante. ¡Que gusto me da volver a ponerme calcetines!
S de Sylvia Townsend Warner, la última autora descubierta en Gibert que se ha unido a las estanterías de mi casa. Veremos lo que da de si el que fue su gran éxito, Lolly Willowes
T por The Happy Tree de Rosalind Murray, otra novela sobre la IGM escrita en 1926 y que publicará Persephone este otoño. Aquí podéis leer una crítica de la novela aparecida en Enero de 1927. ¿Podrá aguantar el paso del tiempo y gustar a los lectores actuales? Crucemos los dedos para que así sea.
U por la vuelta a la Universidad y a los largos días de preparación que espero den buenos frutos en el mes de marzo.
V por la vista de Hampstead que os enseño un poquito más abajo y que no consigo olvidar. ¿Ya habrán perdido todas sus hojas los árboles de la fotografía? Quien pudiera verlo con sus propios ojos...
W por la energía de Earth, Wind and Fire y su September. Es escucharla y tener que levantarme a bailar. ¿Veis como septiembre puede ser un mes maravilloso? ¡A darlo todo en la pista! 
Hampstead. No hace falta añadir nada más.
X por mi experimento fallido de multiplicar las horas del día. 24 horas son muy pocas para cumplir con las obligaciones, dedicarle el tiempo que quisiera al blog y sobre todo visitar vuestros rincones con la atención que merecen y que tanto extraño darles :(
Y por los brotes de brezo, bruyère en francés, que ya han invadido todas las floristerías de París. Es tiempo de adornar con él nuestras ventanas y de pensar irremediablemente en las colinas de Escocia y en los páramos de Haworth.
y por último Z  dedicada al nuevo cargamento de galletas de zanahoria que he traído a casa. ¿Como iba a sobrevivir a la futura hibernación sin ellas? :)

¡Feliz lunes y feliz inicio de Octubre para todos!

martes, 23 de septiembre de 2014

IMM 11, otra ronda de libros viajeros.

¡Bienvenidos a casa!
De vuelta en casa y una vez recogidas las maletas, toca poner orden al rinconcito virtual; que si no se va acumulando la faena :)
Antes de hablar de Londres y de varias lecturas en particular, tenía pendiente enseñaros  los libros que compré este verano, así que vamos a remediarlo.
Como siempre son un grupito bastante viajero, que ha dado tumbos por trenes y aviones varios. Estoy segura de que los agentes de control de la puerta de embarque ya me conocen: "ya está aquí la loca que invierte sus kilos de equipaje de mano en libros" :)
Seis de los ejemplares de la torre que veis a la izquierda son de ocasión, comprados en Alcaná libros y en el mercado de la Vieille Bourse de Lille. Los otros seis los compré en mis librerías habituales de Alicante.

Veámoslos con detalle:

El pueblo del abismo de Jack London. Después de leer Martin Eden me quedé con muchísimas ganas de más London. Dada su extensa bibliografía, no faltan libros para elegir; pero en cuanto leí la sinopsis de El pueblo del abismo no lo dudé un instante. ¿Recordáis London 1888? Fue un ensayo que compré en mi anterior estancia en Londres y que algunas encontrasteis interesante. Bien, pues El pueblo del abismo, una especie de estudio/memoria, escrito por London tras una estancia en la capital británica, comparte contenido y escenario con London 1888. Se trata de una inmersión en toda regla en la miseria del East End londinense de principios del siglo XX.

No se si a vosotros os pasará lo mismo, pero cada paso que doy descubriendo a London me sorprende más y más. Que alejada y que equivocada está la imagen que yo me había hecho de él y de su obra. Reportero, sociólogo, novelista…¡Su obra es una mina de oro!

Sombras sobre la roca de Willa Cather. Bueno esta es una traducción personal porque si no me equivoco esta novela de Willa, publicada en 1931, no está traducida al español. 
Muchos os habréis acercado ya a esta fascinante escritora, por eso podréis entender que no titubee al comprar cualquier título suyo que se cruce en mi camino. Este en particular, Des ombres sur le rocher en francés, lo encontré en la Vieille Bourse de Lille. Narra la historia de dos pioneros franceses, un farmacéutico y su hija, que dejan París en 1697 para empezar una nueva vida en el Quebec colonial.  Me fascina la época, la localización y la autora, por eso no creo quedar decepcionada con este libro.

Un trio de grandes promesas
Jane y Prudence y Una cuestión académica de Barbara Pym
Dos más para mi colección Pym y ya solo me falta Quartet in autumn para completar sus libros. 
Poco os puedo decir de la trama de ambas novelas. Es que cuando se trata de Barbara poco importa la trama en si; escenarios y personajes son tan próximos, que prácticamente una sinopsis podría confundirse con otra.
Bastaría decir: té, mujeres solteras, Londres y campiña inglesa para hacerse una idea de lo que tenemos entre manos.

La dama de provincias prospera de E.M Delafield
Por fin, ¡que ganas de tenerlo entre las manos! Con lo que disfruté la primera parte, estoy segura de que será un placer seguir descubriendo las tribulaciones de la Dama de provincias.
Encima en esta ocasión llega con un éxito literario, un apartamento en Londres y los mismos personajes que me cautivaron en el anterior libro. ¡Esto promete!

El asesino ciego de Margaret Atwood. Cuantas, cuantísimas veces he leído maravillas sobre los libros de Atwood, y una y otra vez he ido relegando su lectura.   Siempre asocio sus novelas a Teresa que tantas veces las ha recomendado con fervor en su blog. De esta vez no pasa que la conozca de primera mano.
En El asesino ciego, una anciana rememora su pasado sacando a la luz una época perdida de idealismo, de lujo y miseria, de amores clandestinos, codicia y guerra. Solo con leer la sinopsis ya se ha convertido en una obsesión leerlo :)

Sidra con Rosie, una infancia en los Cotswolds, de Laurie Lee se publicó en español en la editorial Edhasa en 1986. Hoy en día es muy difícil encontrarlo disponible, si uno no recurre al inglés; pero yo guardé el título en la cabeza esperando que algún día pudiese leerlo en una lengua que fluyese con facilidad ante mis ojos. 

Dos pedacitos de Inglaterra
Por eso, cuando lo vi en francés en uno de los caóticos montones de la Vieille Bourse ¡que alegría me dio! Rosie ou le gout du cidre, no importa en que idioma esté escrito el título,  guarda para mi la misma magia: la visión de un mundo rural perdido, el de la Inglaterra de los años 20 y 30, visto a través de los ojos de un niño. 
Antes de viajar a Londres ya lo tenía por fin conmigo, pero fue precisamente Cider with Rosie quien me dio una de las primeras bienvenidas a la ciudad. En una librería cercana a nuestro hotel en Bloomsbury, lo vi en el escaparate. 
Una edición preciosa, verde con letras doradas. Tan sencilla como el sabor de un buen vaso de sidra, pero inolvidable como ese sabor que asociado a la niñez, la rememora en un solo instante.

La ciudad de las campanas de Elizabeth Goudge
Otro Goudge y poquito a poco voy haciéndome con todos ellos ¿conseguiré algún día recopilar todo lo que escribió Elizabeth? Dar con sus novelas esta siendo casi como una búsqueda del tesoro, larga pero emocionante; a veces pienso que no desearía que terminase nunca. 

Esta vez di con La ciudad de las campanas en la Vieille Bourse de Lille. Cuenta la historia de un soldado que, marcado física y mentalmente, por la guerra de los Boer regresa a su ciudad natal. Allí abrirá una librería con la esperanza de empezar de nuevo. 
Como siempre en los libros de Goudge espero encontrar ese estilo algo anticuado pero encantador, una atmósfera de paz y una galería de personajes con los que encariñarme de inmediato.
Esta es la vitrina de la librería Jarndyce donde
encontré el ejemplar de Sidra con Rosie. No se si
podréis apreciarlo dado el reflejo del British, el
mío y lo diminuto que sale el libro. Está en la misma
estantería que Treasure Island, un poca más a la
derecha.
La librería es una auténtica maravilla; ya os
hablaré un poquito de ella en la entrada de Londres.
Y por último, por fin, ¡los libros de la Señorita Buncle! de D.E Stevenson. Cuantas reseñas vuestras he leído, cuantas veces os lo he comentado, moría de ganas de poder conocer a la Señorita Buncle; ahora, después de largos meses de espera al fin puedo leerlos. Gracias, gracias mamá por el regalo.
Creo que a estas alturas es casi innecesario que os la presente; Barbara Buncle ha invadido y conquistado las casas  de muchísimos lectores. Yo no puedo estar más feliz de haberle hecho un hueco en mis estanterías.

Y hasta aquí las compras veraniegas; espero que alguna os haya picado la curiosidad y si ya son viejas conocidas vuestras no dudéis en contarme que os parecieron. 

Que tengáis un feliz inicio de otoño cargado de buenas y reconfortantes lecturas; ya se que para muchos de vosotros y también para mi, es la mejor época del año, por eso... ¡Aprovechémosla al máximo!

PD. Olvidé mencionar el primer libro que veis en la pila de la foto de familia, L'éducation des filles en France au XIX siècle de Françoise Mayeur. Es un ensayo esencial sobre la educación de la mujer en el siglo XIX, que después de largos años de espera, por fin ha sido reeditado en edición de bolsillo. Para todos aquellos que estéis interesados en la historia de la educación de las mujeres, es una obra única y riquísima en contenido. Lamentablemente no ha sido traducida al español.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Una cita en Londres

El mejor cartel de la Gare du Nord.
Mañana, después de pegarnos un buen madrugón, Jean y yo estaremos plantados con las maletas en la Gare du Nord. Apenas puedo creérmelo pero en apenas 2 horas 20 minutos estaremos pisando las calles de Londres de nuevo. 

Hace unas semanas, mirando las ofertas del Eurostar en la página de la SNCF, encontramos una que cuadraba a la perfección con nuestras obligaciones (y sobre todo con nuestros bolsillos) y no nos lo pensamos dos veces. 

Si es que ¿quién puede decirle que no a un viaje a Londres?  Yo no me cansaré nunca de esta ciudad, y mira que también lo digo de París, pero reconozco que con la boca un pelín más pequeña. 

Seremos fieles a las buenas costumbres y dedicaremos nuestro tiempo a pasear, descubrir nuevos sitios y, como no, a saquear librerías (pagando, claro está :)
Será también la ocasión de visitar una exposición que estoy segura disfrutaré al máximo, la dedicada a Virginia Woolf en la National Portrait Gallery. También nos acercaremos al Hampstead Literary Festival. Hampstead y libros. Añade unos scones recién hechos y sabré que he alcanzado el nirvana :)

Con motivo del viaje y para ir metiéndome en el ambiente, hace unos pocos día empecé a leer Londres me pertenece, una novela que estaba deseando leer gracias a la recomendación de Cristina. Lo terminé ayer y, cuanta razón tenía ¡lo he disfrutado muchísimo! En cuanto regrese le dedicaré una entrada bien merecida en el blog. 


Último té en Francia.
Las otras dos lecturas seleccionadas no podían ser de ningún otro autor. Este es el viaje de Virginia Woolf; el momento propicio para adentrarse en su biografía, en su aprendizaje como escritora y en los lugares de Londres que la evocan. 

Así, el libro rosa que veis en la fotografía (que ya os presenté en un IMM anterior) es el primer tomo de sus diarios. Comprende su adolescencia y sus primeros años como escritora, por eso es perfecto para el que se acerca por primera vez a su biografía.
Espero terminarlo antes de salir mañana, porque el único libro que se vendrá conmigo en el tren es Noche y día, la que fue su segunda novela. 

La portada me ha encantado y la primera frase, no podía pintar mejor:
"Era un domingo por la tarde de octubre, y al igual que muchas otras jóvenes de su clase, Katherine Hilbery estaba sirviendo el té." 

Veremos que le pasa a Katherine y como se nos da el paseo al otro lado de la Manche.
Un beso para todos y ¡feliz fin de semana!

jueves, 11 de septiembre de 2014

La tierra de los abetos puntiagudos de Sarah Orne Jewett

"Si se me pidiera que nombrase tres libros norteamericanos con posibilidades de tener una larga, larga vida, de inmediato diría  La letra escarlata, Huckleberry Finn, y La tierra de los abetos puntiagudos. No puedo pensar en ningún otro que pueda afrontar el paso del tiempo y los cambios con tanta serenidad".

Estas líneas, escritas por Willa Cather en el prólogo que abría le edición de 1925 de La tierra de los abetos puntiagudos, muestran hasta que punto consideraba importante la obra de Sarah Orne Jewett
Igualarla a la categoría de Mark Twain o Nathaniel Hawthorne, novelistas que supieron captar como pocos el espíritu americano, puede parecernos incluso exagerado; pero cuando uno conoce a Cather, es más que probable que se fíe de su criterio.
Antes de empezar a leer es inevitable que surja la duda ¿qué puede tener esta novela de escasas noventa páginas para ser considerada un símbolo de la literatura americana? 

"Poca cosa", dirá el lector apresurado; "solo una historia sencilla" responderá el que no intenta mirar bajo la superficie. Yo podría empezar diciendo: ésta, al igual que las obras de Hawthorne es una genuina historia de Nueva Inglaterra, del carácter reservado de sus gentes. En esta ocasión las de un pequeño pueblecito de la costa de Maine, Dunnet Landing.


Vistas de la Costa de Maine.
A él llega una mañana de verano una escritora en busca de inspiración.  Mientras se hospeda en casa de Amira Todd, una señora viuda conocida en todo Dunnet por sus habilidades con las plantas curativas, la recién llegada irá adentrándose poco a poco en la vida del pequeño pueblo y sus curiosos habitantes.

Cada visita, cada taza de té, invita a las mujeres de mayor o menor edad y a los viejos marineros de Dunnet a desvelar sus más profundos secretos; y así, en el tiempo que dura un verano, la escritora no solo encontrará la inspiración que andaba buscando, sino un refugio donde habita el calor y la sabiduría humana. 


Creo que hasta la fecha este ha sido el libro en inglés que más me ha costado leer. Si se hubiese tratado de otra historia, quizá lo hubiese dejado a un lado, pero cuando después de una sola página, es tan bello lo que lees que incluso te arrancas a leerlo en voz alta, no hay esfuerzo demasiado grande.
Primera toma de contacto de la protagonista con el precioso
paisaje que rodea Dunnet Landing
¿Veis la fotografía de arriba, los cuadros que ilustran la entrada? No son nada comparado con las imágenes que Sarah Orne Jewett crea a través de palabras. Si, esta es una obra costumbrista, no existe denuncia ni crítica social entre sus páginas.  
No encontrareis en ella una trama complicada ni golpes de efecto, solo un precioso testimonio del estilo de vida de las gentes de Maine a finales del siglo XIX
La historia de gentes sencillas presentada a través de su mundo cotidiano.

A mi me encantan este tipo de historias que exploran la vida doméstica de sus personajes: ahí quedan fijadas en el tiempo las labores de cocina y jardinería, los trabajos de aguja o de pesca, el modo de celebrar un encuentro alegre u otro tan triste como un entierro.
Entre las páginas de La tierra de los abetos puntiagudos ha quedado preservado para siempre un grupo de mujeres luchadoras que, a pesar de los vaivenes de la vida, consiguen salir adelante. Asistir a sus conversaciones es un placer para los sentidos y, sobre todo, una puerta abierta al aprendizaje si hacemos nuestros sus sabios consejos.

Esa es la grandeza de este pequeño libro, la inmensa humanidad que transmiten sus personajes. Podríais cogerlos con los dedos y depositarlos en cualquier parte del mundo, en cualquier época. Cambiaría la forma de vestirse o de comer, los chistes o la forma de sus casas, pero en todas partes encontrarías personas como la generosa Señora Todd o el tímido William; ancianas tan adorables como la señora Blackett que a sus ochenta años sigue conservando la vitalidad y el espíritu de una niña o el anciano marinero Elijah Tilley que saca fuerzas de donde puede para superar la perdida de su adorada esposa.


El viaje en barca hasta Green Island.
A través de su narradora, dice Sarah Orne Jewett, "en la vida de cada uno de nosotros, existe un lugar remoto y aislado, entregado a un pesar perpetuo o a una felicidad secreta".  Ser testigo de las penas y alegrías de los habitantes de Dunnet y la forma en la que los comparten entre ellos, nos enseña lo importante que es disfrutar de momentos de soledad y reflexión; pero también lo esencial que es entregar una parte de nosotros a los que nos rodean, a disfrutar de la compañía y el reconfortante auxilio de un oído que nos escucha.

Sarah O. Jewett visitó realmente un pueblecito de Maine, Martinsville y allí escribió su historia. No se si en su camino se cruzaron personas reales que la inspiraron y acabaron convirtiéndose en los personajes de su novela; lo que si sé es que en sus paseos llegó a conocer a la perfección cada colina y cada abeto; la línea de la costa y como la luz cambiante la trasformaba a lo largo del día; después como un pintor impresionista supo captarlo magistralmente en sus páginas. 
Por eso si tenéis bien abiertos el corazón y los sentidos, estoy segura de que no lamentareis haber viajado hasta Dunnet Landing.
Para mi ha sido un coup de coeur en toda regla.

¡Un abrazo y muy felices lecturas!

PD. Sarah Orne Jewett escribió cuentos infantiles y relatos desde muy joven. Aquejada de salud, nunca fijó el matrimonio entre sus objetivos y se consagró completamente a la literatura. En 1896, cuando contaba 47 años, apareció publicada por entregas La tierra de los abetos puntiagudos en la prestigiosa revista The Atlantic Monthly. Fue el mayor éxito de su carrera. 
PD1. La novela ha sido publicada en castellano en la Biblioteca Javier Coy d'estudis Nord-americans (Universitat de Valencia). ¡Que alegría descubrirlo!

viernes, 5 de septiembre de 2014

Agosto de la A a la Z

Tiempo de girasoles y de puñados de pipas
compartidos a la fresca.
Agosto ya es historia y aunque las temperaturas son clementes todavía, por aquí ya casi huele a otoño. Esta mañana profesores y alumnos han vuelto a verse las caras ya que… c'est la rentrée scolaire
Algunos iban más contentos que otros, pero a mi me ha encantado pasar por la puerta del college a la hora del recreo. Gritos y conversaciones se escapaban a través de la verja roja que rodea el patio y yo no dejaba de preguntarme ¿Se estarán contando las aventuras del verano?, ¿a donde viajaron, a quien conocieron? ¡Estoy convencida de que así era!
Por eso, en este de la A a la Z, os propongo volver a ser niños   en el patio del colegio para compartir todos los buenos momentos vividos en agosto: libros, canciones, visitas, recetas…Aquí os dejo los míos y será un placer escuchar atentamente los vuestros.

A de Arenales del sol. La pequeña localidad de la costa donde paso los veranos desde mis 6 años. Cuantos juegos y recuerdos guarda su playa. Es inevitable no pensar en Serrat y en su Mediterráneo cada vez que pienso en ella. 
La pasarela que cogemos cada
mañana en Arenales para llegar
a la playa.
B por la película y la banda sonora de Begin again. Mark Ruffalo y Keira Knightley están estupendos y aunque la película no me gustó tanto como Once (la otra cinta dirigida por John Carney), salí del cine llena de energía y con una sonrisa en la cara.
C por el concierto al borde del mar que dio mi amiga Laura. Cócteles, soul, blues y Janis Joplin. ¡Que buena noche pasamos!
D de Dunnet Landing, el pueblecito de la costa de Maine donde transcurre la trama de La tierra de los abetos puntiagudos. ¡Como he disfrutado este libro y que ganas de hablaros de él!
E por dos próximos estrenos que me tienen más feliz que una perdiz, Testament of Youth y Suite française. Gracias a mi querida Magrat descubrí la primera y cuando vi en la misma página de la BBC el anuncio de la otra…¡Ay que alegría!
F por la fantástica librería le Furet du nord; una visita obligatoria para todo lector que viaje a Lille. ¡Nada más y nada menos que 7000 m2 atestados de libros! Lo mejor es que a su impresionante fondo, se une un equipo de libreros competentes y entusiastas. ¡Chapeau para todos ellos!
G por el palacio de La granja de san Ildefonso al que fuimos de escapada este verano. Pasear por sus jardines y bosques es una auténtica maravilla. Es una pena que no se puedan ver las fuentes en funcionamiento, pero es comprensible dado el enorme gasto que supone. Si pasáis por la zona, no dejéis de visitarlo.
Instantáneas de nuestra escapada a Madrid y Segovia
H por el hojaldre de ciruelas que hizo mi abuelita y que devoramos las tres señoras de la casa: abuela, madre e hija.
I por la versión de It had to be you que ha colonizado mi cabeza desde que la escuché en un anuncio de la tele. 
J por Jean; por mi amor de verano que ya dura 12 años.
K por los cien kilos que cogí gracias a mi querido primo Luis. A su vuelta de Estados Unidos me trajo una bolsa industrial de Reese's. ¿Chocolate y crema de cacahuete juntos? ¡Para morirse uno!
L por la librería de ocasión Alcaná de Madrid. Menudo botín reunimos mi madre y yo en la visita que hicimos a principios de agosto. No dejéis de echar un vistazo a su catálogo online, seguro que encontráis un montón de joyitas.
M de la Tour Montparnasse y la deliciosa comida de aniversario que tuvimos en Le ciel de Paris. Las vistas, el menú, el ambiente…todo fue perfecto y quedará como un precioso recuerdo.
N por una de esas noticias que alegran el corazón de los lectores. Una nueva librería, Pynchon&Co, va a abrir sus puertas en Alicante. Leyendo acerca del fantástico proyecto que han concebido sus dueños, solo me queda desearles toda la suerte del mundo. ¡Cuanta falta hace la cultura en una ciudad como la nuestra!
P por la plaza de Santa Ana y por las noches de tapas, paseos y risas que disfrutamos en el Barrio de las letras. Sin duda mi preferido de Madrid. 
Los postres que tomamos en Le ciel
de Paris
Q por el ataque de risa que nos entró a mi madre y a mi durante el fatídico episodio de la avispa. Si es que lo pienso, y ya me estoy muriendo de risa.
R por esta receta de la riquísima flamiche au maroilles; una especie de tarta con queso maroilles típica de la región Nord-Pas de Calais. (si alguien quiere la traducción de la receta, la dejaré sin ningún problema en los comentarios :)
S por la primera selección del Goncourt 2014. De la lista estoy deseando leer L'amour et les forÊts de Eric Reindhart.
T por Thomas Dewing y sus etéreas figuras. Cada vez que observo en sus pinturas, esas siluetas de mujeres perdidas entre la vegetación y la niebla, pienso que tales escenas solo pueden darse durante los largos días de verano. Si, para mi Dewing sería un buen pintor de agosto.
Thomas Dewing, Summer.
U por este excelente artículo de Muñoz Molina. Se titula La disciplina de la imaginación y en él podréis leer reflexiones como esta: 
"Porque la literatura no está sólo en los libros, y menos aún en los grandilocuentes actos culturales, en las conversaciones chismosas de los literatos o en los suplementos literarios de los periódicos. Donde está y donde importa la literatura es en esa habitación cerrada donde alguién escribe a solas a altas horas de la noche, o en el dormitorio donde un padre le cuenta un cuento a su hijo, que tal vez dentro de unos años  se desvelará leyendo un tebeo, y luego una novela. Uno de los lugares  donde más intensamente sucede la literatura  es un aula donde un profesor sin más ayuda que su entusiasmo y su coraje le transmite a uno solo de sus alumnos el amor por los libros…"
V por la Vieille bourse de Lille, una preciosa muestra de arquitectura flamenca, construida en 1652 durante la dominación española de la ciudad. Hoy alberga en su interior un mercado de libros de ocasión de donde es casi imposible salir con las manos vacías.
W de waterfront farmhouse, ese es el título que recibe la que se ha convertido en la casa de mis sueños. Madre mía si pongo un pie ahí dentro, no me sacan ni con grúa. Ya me estoy viendo sentada en ese porche leyendo frente al mar, y encima en la isla del Príncipe Eduardo. Vamos mi Tejas Verdes  particular; y por supuesto estáis todos invitados :)
Calles de Lille y tres palabras sinónimo de felicidad:
¡próxima apertura librería! (fuente 2ªfoto)
X por la enorme expectación que suponía la vuelta al blog. Nunca imaginé que podría echarlo tanto de menos.
Y por el Brooklyn de Francie Nolan, la protagonista de Un árbol crece en Brooklyn. Otra de las novelas que han marcado mi verano.
Z por todos los abrazos recibidos de la gente que quiero y que me reconfortan hasta que llegue el momento de verles de nuevo.

Feliz fin de semana para todos y como siempre, ¡felices lecturas!

PD. He tenido que publicar dos De la A a la Z muy seguidos para no desbarajustar el ritmo de publicación mensual de estas entradas. Siento la invasión de letras que esto os ha podido ocasionar :)