Que difícil me resulta decir hoy buenos días; retomar mi vida cotidiana cuando la tristeza, el horror y el miedo me tienen casi paralizada desde el pasado viernes. Tengo la sensación de que tendrán que pasar muchos días grises antes de que mi optimismo natural pueda tomar el relevo. Yo hubiese podido estar sentada en la terraza de Le Carillon con Jean, con otros amigos o familiares. Como cualquier otro viernes disfrutando de una Kronenbourg o de un concierto o un espectáculo reservado con expectación y alegría. ¡Qué afortunados fuimos de estar a salvo en casa!
Los atentados de enero contra Charlie Hebdo fueron un duro golpe; a partir de entonces aprendí a compartir metro y acera con militares fuertemente armados; una presencia que, contradictoriamente, me hacía sentir segura e inquieta al mismo tiempo. "Si los soldados patrullan así, es porque algo puede pasar en cualquier momento." Intentaba no pensarlo, intentaba mirar hacia delante sin temor y aún así…ahí estaba el miedo.
Los terribles acontecimientos del viernes fueron el clímax de estos meses enrarecidos, de esa espera temerosa; y lo peor de todo es que las consecuencias todavía pueden ser más terribles. Temo la utilización política que pueda hacerse de los atentados, el aumento de la inmensa brecha que separa a la sociedad francesa (brillántemente descrita en este artículo) y también la suerte de los pobres refugiados que simplemente huyen de nuestros mismos enemigos y nuestros mismos miedos (vídeo).
Se que en este rinconcito nunca hablo de política. Muy pocas veces me hago eco de la terrible realidad del mundo en que vivimos. Y es que, lo concebí como un refugio donde encontrar belleza, inspiración y descanso a través de la lectura. Pero hoy tenía que hacer una excepción. Necesitaba haceros partícipe de este profundo dolor que llevo dentro. De estos días de reclusión que he vivido en casa. Quizá porque, como bien se dice, las penas compartidas son menos penas.
Hoy es lunes y, aunque París se ha despertado bajo un cielo gris y nublado, he decidido no dejarme llevar por la tristeza. Aunque me cueste a horrores. Me he levantado dispuesta a recuperar la joie de vivre; esa alegría de vivir que, tontamente, han querido reivindicar como francesa. ¿Acaso solo los franceses saben disfrutar de los placeres de la vida, del amor de los suyos, de todas las alegrías que este mundo tiene que ofrecernos? No, eso no depende ni es exclusivo de ninguna nacionalidad; depende de la humanidad que cada uno lleva dentro. Esa humanidad de la que carecen los fanáticos; los amantes de la muerte, consumidos por la religión y la ira.
¡Pobres imbéciles! Desperdiciar así el tiempo efímero, pero maravilloso que tenemos. Por eso hoy, en homenaje a todos los que se han ido, me comprometo a seguir viviendo sin miedo y en libertad: escribiendo, leyendo, amando y levantando la voz por todo en lo que creo.
Venga John, canta. Canta, llévate el miedo y trae contigo la esperanza.
"Imagine there's no heaven
it's easy if you try
no hell below us
Above us only sky
Imagine all the people living for today"
PD. Muchísimas gracias a todos por los ánimos que me habéis dado estos días. Mañana seguimos hablando de libros, seguimos compartiendo alegrías. Un abrazo enorme.
Fluctuat nec mergitur |