viernes, 28 de febrero de 2014

Patricia Brent, spinster de Herbert Jenkins.

Té bajo una luz de lluvia.
Las previsiones se han confirmado y desde esta mañana no ha dejado de llover. Al parecer esta situación va acompañarnos durante varios días, así que contra la lluvia, hagamos buena provisión de té y de literatura inglesa.
Hoy os invito a viajar conmigo unos cien años atrás, hasta el Londres Eduardiano

Os aseguro que podría dedicarle centenares de entradas a la era Eduardiana y nunca agotaría el material disponible. Puede parecer sorprendente ya que hablamos de un lapso de tiempo realmente breve; pero ese periodo que va de 1901 a 1914, fue un momento de cambio, de ruptura; un tiempo de transición entre dos mundos completamente opuestos: el victoriano, ya agonizante y el joven e imprevisible mundo moderno. 

La literatura inglesa de la época se vio profundamente afectada y el panorama literario de principios de siglo XX vio posicionarse a dos tipos de escritores; unos eran deudores del realismo victoriano y otros, partidarios de un movimiento de ruptura consecuente con los nuevos dictados modernistas.  
Haced la prueba, coged un libro de Galsworthy o de Arnold Bennet y otro de Virginia Woolf o de D.H. Lawrence. Veréis que nada puede ser más opuesto. La descripción realista del mundo que observan está en el centro de los primeros; la voz interior y las pulsiones humanas son el hilo conductor de Woolf y Lawrence.
Yo sería incapaz de decir con que estilo me quedo; ambos me fascinan a su manera y completan la experiencia necesaria para comprender aquella Inglaterra ya extinguida.


Portadas de Pulp magazines
eduardianas.
Pero además de a las querellas entre grandes literatos y a sus trabajos, vale la pena acercarse también a otro tipo de literatura que conoció durante estos años un auge sin precedentes, la llamada literatura popular. Una enorme cantidad de novelas y relatos cortos hizo las delicias de los lectores eduardianos. 
Sus tramas les transportaban a paisajes exóticos, y a mundos imaginarios de ciencia-ficción (seguro que os sonará el nombre de H.G.Wells); les hacían cómplices de asesinos y detectives o les arrancaban la sonrisa con enredos cómicos o románticos. En realidad si os fijáis, esos temas de entretenimiento no han variado demasiado en el panorama literario actual.

Muchas editoriales se especializaron en la publicación de este tipo de lecturas, y en los quioscos de prensa reinaban unas revistas editadas en papel de mala calidad y precio abordable conocidas como pulp magazines. Aquí podéis ver una selección de portadas que ilustran a la perfección lo que el lector podía encontrar en su interior.

Herbert Jenkins, el autor que me ocupa hoy y del que hasta la fecha no sabía absolutamente nada, fue uno de estos autores. Sus novelas contaban con todos los ingredientes para gustar al público: detectives, personajes típicamente ingleses y grandes dosis de humor.
Patricia Brent, la novela que me ha llevado hasta él, fue uno de sus trabajos más tempranos y gozó en su momento de gran popularidad (mi ejemplar pertenece ni más ni menos que a su 14 edición). 
Si queréis conocerla mejor, lo primero que debéis saber, es que...

Atención a la descripción de la
solterona que he encontrado en esta
postal de 1915: ¡un pájaro, un gato,
té, calceta y libros!
Patricia Brent es una solterona. Tiene 24 años, trabaja como secretaria de un político en ciernes y es una mujer independiente. Hoy podría parecernos una situación envidiable pero en aquel Londres de 1918, Patricia es más digna de lástima que de admiración.

Su situación es la comidilla de todos los que la rodean y sobre todo del variopinto grupo de huéspedes que viven con ella en la pensión  Galvin house.

Una noche, harta de tanta conmiseración, decide acallar los rumores de una vez por todas y se inventa un prometido.
Lo que no espera, es que su séquito de chismosos va a seguirla a su falsa cita poniéndola en el aprieto de tomar una medida desesperada.  
Como en realidad no tiene a ningún hombre esperándola, nuestra protagonista decide lanzarse hacia el primero que ve disponible. Así es como conoce a Peter Bowen y empieza su inesperada y divertida historia de amor.


                                 

Si yo fuera una lectora eduardiana y pudiera escribir al Señor Jenkins en este mismo instante, le diría:  "Mr. Jenkins le doy mi eterno agradecimiento porque me ha hecho usted reír de lo lindo". Os prometo que empecé este libro a carcajada limpia y lo cerré con una sonrisa en los labios. 

Patricia Brent es exactamente eso, una novela fresca y sin pretensiones; una comedia romántica, divertida y entrañable, que cuenta con todos los ingredientes necesarios para sostenerla y hacer de ella una buena lectura: una trama nada rocambolesca, unas localizaciones perfectas y sobre todo un elenco de personajes inolvidables.

Así podéis imaginaros el caos de la casa de huéspedes
donde vive Patricia.
La pensión Galvin house, es el eje central de la historia y sus huéspedes, aunque son un verdadero nido de vivorillas entrometidas, son entrañables. Se les odia a veces, pero ¡que cariño se les coge al final! Cada uno de ellos es una fiel caricatura de esos personajes ingleses tan estirados y cómicos que tanto gustan al lector extranjero. 

Al lado de estos personajes cómicos y sus tramas desenfadadas, Jenkins ha añadido personaje más profundos, encargados de aportar serenidad y emoción a la historia. Mi preferido sin duda es Mr. Triggs y sus sabios consejos: "Patricia, nunca te cases a menos que sientas un deseo irrefrenable de hacerlo. No te cases con un tipo por que tenga mucho dinero. Cásate por la misma razón por la que nos casamos mi mujer y yo, por que sabíamos que estando juntos, a pesar de los malos momentos, la vida podría ser maravillosa". 

Creo que no hace falta que os diga con quién termina casándose Patricia; su historia de amor es bastante previsible, aunque tan tierna que es imposible no seguirla con expectación hasta su desenlace.  ¿Quién le iba a decir a ella que terminaría conviertiéndose en la heroína de Galvin house?

Varios detalles, eso si, han rebajado un poco mi entusiasmo por la novela. Me hubiera gustado que la I guerra mundial, donde está ambientada la trama, tuviese un poco más de protagonismo. A veces incluso se me olvidaba el contexto bélico de no ser por el uniforme que viste Peter y por el bombardeo aéreo que aparece casi al final del libro (una de las escenas más bonitas de la novela).
Claro que entiendo que el autor quisiese evitar la guerra para salvaguardar el tono cómico del libro. 
Patricia y Peter  ¿fingen o de verdad
se están enamorando?
Y sin duda lo peor y lo más reprensible de la novela viene de la mano de ciertas apreciaciones que Jenkins hace sobre el género femenino:  "le gustaba que decidieran por ella", "la perversidad característica de su genero"... Humm Humm, me han hecho chirriar los dientes a pesar de ser consciente de la fecha de publicación del libro. Afortunadamente son muy puntuales y no afectan a la lectura. 

En definitiva, Patricia Brent y su carrera contra la soltería ha sido una excelente compañera para estos días lluviosos. Sin duda aquel día en la librería hice bien en darle su oportunidad a ese desvalido libro naranja que parecía buscar dueño desde hacía mucho tiempo. 
Este es uno de esos libros ligeros pero bien escritos que a veces resultan tan difícil de encontrar; así que si algún día lo encontráis abandonado por alguna librería de ocasión, no lo dudéis; os hará pasar un ratito agradable y seguro que por muy poquito dinero :)

Un beso a todos y ¡feliz Fin de semana!

PD. Patricia Brent, Spinster ocupa el año 1918 en mi Century of books. Parece que no pero poquito a poco se va llenando :)
PD1. Este es mi primer libro en inglés para el Reto de Isi.
PD2. Herbert Jenkins era el dueño de su propia editorial. Fue el encargado de publicar los trabajos de P.G Wodehouse. Si no conocéis a Wodehouse, os invito a hacerlo con total garantía. ¡Humor británico en estado puro!

lunes, 17 de febrero de 2014

¡Lunes de premios!

Esta entrada tendría que haber visto la luz hace muchísimo tiempo, pero con gran pesar he tenido que ir posponiéndola eternamente. 
Hoy, por fin puedo darles las gracias tanto a Zazou como a Rayan por los dos premios que han otorgado al blog. ¡Muchísimas gracias chicas y perdonad la tardanza! Siempre es una alegría recibir premios como estos y por supuesto no iba a dejar pasar la oportunidad de daros las gracias :)

Rayan me ha obsequiado con un premio que no conocía, el premio Dardos y Zazou con el Liebster award, un viejo conocido. Como este segundo galardón viene acompañado con unas preguntitas, os propongo poner el modo cotilleo literario en marcha :)   
¡Aquí va la tanda de preguntas!

¿Qué le pides a un libro para comenzar una relación con él?
Pues primero le pido una corazonada. Ese sentimiento que sobreviene cuando lees una sinopsis y piensas: "Este libro esta hecho para mi"
Después aplico mi Sistema 3 pasos:
Paso 1: miro el año de publicación. Si es anterior a 1950 el libro suma varios puntos.
Paso 2: miro si tiene Introducción. Si en ella se entrevee un cariño sincero por la obra que estoy a punto de empezar, sumamos otro montoncito de puntos.
Paso 3: ¡el decisivo! Abro el libro al azar y leo la página que me ha caído en suerte. Si está bien escrita, el libro y yo podemos irnos juntos a casa :)

¿Y eres reincidente después de haberla acabado?
Totalmente. Soy una relectora convencida de aquellas lecturas que me han marcado.


¡Que gran verdad!
Cuando terminas un libro, ¿empiezas otro inmediatamente o lo dejas reposar?
Todo depende del libro. Algunas lecturas ligeras te permiten pasar pagina rápidamente; pero cuando un libro te conmueve y toca algo en tu interior es mucho más difícil sustituirlo. Es lo que se conoce como resaca lectora :) 

¿Terminas todos los libros que empiezas, aunque no te estén gustando?
Mira que lo he intentado. Me digo a mi misma: "quieres dejar este torro y coger algo diferente"; pero no puedo, es superior a mis fuerzas. Cuando empiezo un libro necesito terminarlo. Aunque luego le lance una mirada de odio que venga a decir: "Me has hecho perder dos días de mi vida y te maldeciré por siempre".

¿Sueles simultanear lecturas?
Afirmativo. ¿Veis esa mesita de noche con una pila de libros, veinte marcapáginas y un taco de post-its? Bueno, pues es la mía.
En la montaña de libros encontrareis varios ensayos y alguna biografía, pero nunca dos novelas. Es lo único que no me gusta simultanear. Cuando estoy inmersa en una historia de ficción, me reservo enteramente a ella.

¿Mantienes tus libros impolutos o les dejas tus marcas a lo largo de las páginas?
Aquí os puedo engañar fácilmente. Por fuera mis libros están intactos, tan cuidados que parecen recién salidos de imprenta. Pero abrirlos y diréis: no hay duda, estos libros pertenecen a Marie. 
Es muy fácil encontrar mis huellas del delito: post-its que marcan pasajes a recordar, papelitos varios que señalan una página, la sombra de un lápiz redondeando una idea... Nunca son marcas indelebles y todas pueden desaparecer en un instante. Pero mientras los libros sean míos ahí estarán, como un testimonio íntimo de mis lecturas.

Lecturas del metro.

¿Necesitas silencio para leer o eres de los que leen en cualquier sitio?
Leo absolutamente en cualquier sitio, ya sea en el metro, el tren, el avión, (coche no que me mareo) y en medio de cualquier multitud.  Pero para disfrutar de la lectura, nada como la tranquilidad de mi casa. Un libro, la lectora y el silencio; eso si que es una especie de paraíso.

¿Sueles seguir las recomendaciones mayoritarias o vas un poco a tu aire en las lecturas?
Bueno los que vais conociendo este rincón sabéis que tengo unos gustos bastante definidos. Como ya se lo que me gusta leer, voy mucho a mi aire y sigo las recomendaciones de gente con gustos afines. Solo tenéis que echar un vistazo a mi lista de blogs para haceros una idea.

¿Qué libro echarías a la trituradora de papel?
Así a voz de pronto diría ninguno, porque de toda lectura se puede aprender algo. Pero si me insistes demasiado podría sacarte una buena lista de aberraciones dignas de ser destruidas...

Mi próxima lectura.
¿Qué libro vas a regalar estas próximas fiestas?
Bueno esta pregunta iba dirigida a las fiestas de Navidad, así que los libros que regalé fueron: "Los surcos del azar" de Paco Roca a mi padre y la edición integra de "Mujercitas" a mi madre.

¿Ya sabes cual va a ser tu próxima lectura?
¡Por supuestísimo que si! Patricia Brent, Spinster. Y también se la siguiente a esa, y la posterior, y la de más allá...tengo una lista de próximas lecturas que me daría para cien años :D

¡Y hasta aquí el cuestionario!
Ha sido un verdadero placer responderlas Zazou y de nuevo muchísimas gracias por la nominación, tanto a ti como a Rayan.

¡Feliz inicio de semana a todos!

jueves, 13 de febrero de 2014

Stoner de John Williams

"Una joya olvidada", "un canto a la dignidad", "una novela perfecta"... Con afirmaciones de este tipo podría llegar a escribir varios párrafos, incluso la reseña entera. Durante muchos meses ha sido algo casi matemático, era leer una crítica sobre "Stoner" y encontrar una opinión entusiasta. 

A veces, tal cantidad de opiniones favorables, puede resultar hasta sospechosa.  Pero cuando éstas vienen de la mano de grandes escritores, editores, críticos y al mismo tiempo del "lector común",  a mi terminan por convencerme. 
En la primera visita que hice a la librería esta Navidad fue lo primero que pedí. "Estoy buscando Stoner de John Williams". Por la cara que puso el librero, me pareció que él también la había leído; y así era, al darme mi ejemplar me dijo "buena elección"

Os podéis imaginar que me faltó tiempo para pagar e irme corriendo a casa a empezarlo.  Lo primero que me llamó la atención, casi desde las primeras líneas, fue que John Williams escribía muy bien;  bueno mentira, escribía excepcionalmente bien. No había duda de que estaba ante uno de esos narradores natos que te guían sin remedio hacia donde desee su pluma.
La segunda cosa que me sorprendió fue el propio Stoner, el protagonista. Ese hombre no tenía madera de protagonista; básicamente era un hombre sencillo, gris, casi invisible. 

Campus de la Universidad de Columbia, Misuri. 
Cuando le conocemos, este hijo de campesinos de Misuri, está a punto de entrar en la Universidad. A pesar del esfuerzo económico que supone para la familia, su padre está convencido de que sus futuros estudios de agricultura serán vitales para el porvenir de sus cultivos. 

Lo que nadie espera, ni siquiera el propio Stoner, es que un descubrimiento le alejará para siempre del camino que tenía trazado. William no estudiará agricultura, ni tampoco regresará a la granja familiar. 
Por insólito que parezca, será profesor y dedicará su vida a la literatura.



No se que esperaba encontrar en "Stoner" cuando empecé a leerlo. Bueno, quizá una de esas historias sencillas que colman mis gustos; historias humanas, hechas a la medida de una vida ordinaria. Pero lo que no imaginé fue encontrar entre sus páginas semejante regalo.  


Tal y como imagino a Stoner en una de sus clases
Adentrarme en la vida de William Stoner fue como conocer por fin a una de esas personas que han pasado por mi vida y de las que no he podido evitar preguntarme: ¿por qué escogió ese camino? ¿que decisión le hizo dedicarse a la enseñanza? ¿por qué no aspiró a más? 

Esas respuestas pueden responderse una a una leyendo esta novela; porque eso es básicamente lo que cuenta, el encuentro de un hombre con su vocación y las decisiones que toma a lo largo de los años para mantenerla viva. Uno de los momentos más intensos del libro es ese instante en que Stoner descubre que quiere dedicarse a la literatura.

"El señor Shakespeare le habla a través de trescientos años señor Stoner, ¿le escucha?".

A partir de ese momento ya no importará lo que ocurra a su alrededor. Stoner hubiera podido ser héroe de guerra de haberse alistado, hombre de sociedad de haber aprovechado su matrimonio o quizá catedrático si hubiese claudicado ante las presiones del mundo académico.
Pero conociendo los riesgos, no cedió ante lo que a su parecer no era correcto. Como uno de esos hombres de firmes principios, se mantuvo en su puesto, aquel para el que sabia había nacido: detrás de su pupitre y de las hojas de sus libros. 
A simple vista su vida parece vacía, monótona. Pero bajo esa fachada gris, se esconde una historia simple pero coherente, la de una vida hecha de decisiones tomadas a conciencia. 

John Williams fue también
profesor de literatura en la
Universidad de Misuri.
Hay instantes luminosos en este libro que valen en si mismos por más de cien historias publicadas por separado. Una simple dedicatoria y un recuerdo firman una historia de amor sobria, delicada, pero de una intensidad como pocas veces he leído; y lejos de ser puntual esa  brillantez se mantiene de la primera a la última línea de la novela. 
¡Que enorme talento muestra John Williams al haber creado a alguien como William Stoner! Un personaje tan bien construido, tan humano, que en el momento en que debemos dejarle ir duele, duele enormemente.

Se que puedo equivocarme y mi recomendación no complacerá a todo el que se acerque a este libro. Pero, yo lo cerré con lágrimas en los ojos y con la certeza  de haber leído algo brillante. La historia de un simple profesor que pudo haber sido célebre, pero también la de un hombre íntegro  que se mantuvo fiel a sus principios  fuesen cuales fuesen las consecuencias.

De verdad espero que disfrutéis de esta novela tanto como yo, y si es así me encantará saber que os ha parecido. Yo no puedo menos que darle un coup de coeur. Más que merecido :)

PD. Stoner ocupa el año 1965 en mi Century of books.

lunes, 10 de febrero de 2014

Exámenes, pequeñas alegrías y Katherine Mansfield...

Crêpes, el castillo de Chantilly, mis mini narcisos
y la gran Katherine Mansfield.
¡Hola a todos!
Que feliz me hace poder saludaros. Vuelta al blog y adiós a los exámenes y a sus semanas de estrés previas.  El pasado jueves terminé las pruebas de la oposición y desde entonces vivo en un estado de tranquilidad extrema. En serio, tengo tal paz de espíritu ahora mismo que si me dais unos platillos y un buen rapado capilar, os hacía ahora mismo el haré krishna :D

Pero bueno, antes de dejarme llevar por la euforia mística, quería agradeceros a todos vuestros mensajes de felicitación por el aniversario del blog. Me hicisteis muy feliz y, aunque fuera indirectamente, me disteis mucha energía para encarar los exámenes. De verdad, muchísimas gracias. 

Como veis en las fotos, estos días no han sido fecundos en grandes acontecimientos, pero si en pequeñas alegrías. El día dos de febrero celebramos, como manda la tradición, la fiesta de la chandeleur. Ya os hablé de ella el año pasado y por supuesto este 2014 hemos repetido nuestro atracón de crepes.

Otro petit bonheur, me pilló totalmente por sorpresa. Ya había perdido toda esperanza de verlos florecer, pero una mañana al despertarme descubrí el milagro. Un grupito de tímidos narcisos por fin se había dignado a salir de los dichosos bulbos. Tendríais que haberme visto, solo me faltó cantarles una canción de bienvenida. Espero que no se moleste la Dama de provincias, pero creo que en cuestiones de jardinería, he tenido más suerte que ella :)

Y poquitas cosas más, una visita rápida a Chantilly,  horas de estudio interminables y una pena inmensa al ver todos esos libros tentadores esperándome en la estantería. Me guiñaban el ojo, en serio, pero he sido fuerte y me he resistido a su atractiva presencia.
En realidad, un único libro me ha acompañado durante estos días, el Diario de Katherine Mansfield. Pensaba que las vivencias más íntimas de Katherine me ayudarían a evadirme del estrés y además serían un buen material de inspiración frente a la densa bibliografía que había estado leyendo para los exámenes. Y tal como pensaba, el Diario terminó convirtiéndose en la mayor alegría de estos días. 


Katherine Mansfield
La vida de Katherine fue corta pero intensa y fascinante. Como muchos de nosotros tuvo días luminosos, grises y negros. Pero aún en sus jornadas más tristes es un auténtico placer leerla. Entre sus apuntes somos testigos de la lucha que mantuvo contra el dolor físico, contra los tristes recuerdos y la perdida. Pero también del ansia de superación que marcó su vida y de su facilidad para maravillarse ante la belleza que la envolvía. Katherine Mansfield amaba la vida y las pequeñas cosas que le dan sentido, y aun cuando sabía que no quedaba tiempo siguió buscando y planeando sueños.

Me ha sido muy difícil escoger algunos, porque cualquier fragmento de su Diario hubiera sido digno de citarse, pero éstos que os invito a leer muestran en cierto modo el credo que Katherine adoptó y cumplió en su corta e intensa existencia: 

"No deseo nada que no pueda alcanzar. Paz, soledad, tiempo para escribir mis libros; la hermosa vida externa que contemplar y sobre la que reflexionar nada más"

"Deseo intensamente vivir para poder trabajar con las manos, con mis sentimientos y mi cerebro. Deseo un jardín, una casa pequeña, hierba, animales, libros, cuadros, música. Deseo ponerme a escribir a partir de esto dando expresión a todo ello. (Aunque escriba sobre taxistas, eso no tiene importancia).

Pero si deseo la vida vivida, cálida, impaciente; tener las raíces en la vida, aprender, desear saber, sentir, pensar, actuar. Eso es lo que quiero. Y nada más. Eso es lo que tengo que intentar".

No soy una persona demasiado creyente, pero creo firmemente en estas líneas. Al igual que Katherine eso es lo que quiero de la vida y lo que me gustaría conseguir. Eso y nada más. Espero que no sea mucho pedir y al menos se me cumplan algunas cosas :) 

Un beso grande a todos y ¡feliz inicio de semana!

PD. El Diario de Katherine Mansfield ocupa el año 1927 en mi Century of books. He disfrutado tanto leyéndola que he decidido otorgarle también el año 1922, fecha de publicación de Fiesta en el jardín. Esta lectura me ayudará a hablaros con más profundidad de su biografía y de su obra.