jueves, 11 de enero de 2018

'Shirley' de Charlotte Brontë

'Shirley' se ha convertido en mi segunda novela favorita
de Charlotte, después de 'Jane Eyre'.
Corre el año 1831 cuando Charlotte Brontë llega como alumna a Roe Head, el colegio regentado por la señorita Wooler. Elizabeth Gaskell lo describe así en su 'Vida de Charlotte Brontë': "una casa solariega acogedora y espaciosa que se alza un poco aislada en el campo a la derecha de la carretera de Leeds a Huddersfield". Un lugar en el que las modestas casas de los campesinos se alzaban cerca de las de los propietarios que habían hecho fortuna en sus fábricas, y de las antiguas y solemnes casas solariegas de los nobles. 

La señorita Wooler tenía la costumbre de contar a sus alumnas los acontecimientos acaecidos en la región, envolviéndolos en un halo de misterio irresistible para sus jóvenes pupilas. En sus narraciones revivió para ellas los tiempos de las revueltas luditas entre los páramos solitarios, los atentados e incendios de fábricas; tiempos oscuros de inseguridad y de hambre. Muchos años después Charlotte no había olvidado aquellas historias y decidida a escribir una nueva novela, tras el éxito de 'Jane Eyre', decidió escribir a Leeds para procurarse ejemplares del Mercury (periódico local) para empezar su labor de documentación. Así nació 'Shirley', una novela que la propia autora definía así: "Esta historia es tan romántica como el lunes lo es para trabajadores que deben retomar una vez más su faena." Charlotte deseaba crear una novela social, donde la realidad (sin injerencias de ningún artificio romántico o gótico) fuese absoluta protagonista. Y vaya si lo consiguió. 

Corren los años de las guerras napoleónicas (1811-1812), y los tiempos son duros en Yorkshire. Las manufacturas de Robert Moore han dejado de producir y los obreros, amenazados por la nueva maquinaria y los despidos, se preparan para la revuelta. Todo el pequeño pueblo de Briarsfield espera expectante los acontecimientos y muy pronto los destinos de todos ellos empiezan a cruzarse. En especial el de Caroline Helstone, la dulce y humilde sobrina del reverendo, enamorada en secreto de Robert, y el de la recién llegada Shirley Keeldar, una joven heredera, decidida y adinerada que muy pronto entabla amistad con el joven y apuesto propietario...


La semana antes de la muerte de su hermana Anne, Charlotte había estado escribiendo sin descanso. En sus manos tenía el manuscrito de Shirley. Una labor que se había visto interrumpida tras los trágicos acontecimientos de la muerte de Branwell y Emily.


'Shirley', como ya dejaba claro su autora desde sus primeros compases, no tiene la fuerza arrolladora ni el romanticismo de 'Jane Eyre'; tampoco la soberbia profundidad psicológica de 'Villette' y sin embargo, en su desarrollo, reúne todos los elementos que hacen de Charlotte la grandísima novelista que fue.
No esperéis una trama de grandes acontecimientos ni golpes de efecto (aunque alguna sorpresa de última hora consiga cambiar el curso de la historia), si no esa sucesión constante  de pequeños 'nadas' que nacen de la vida cotidiana.

Creedme, uno no pasa por encima de una lectura como esta, uno no puede más que habitarla. Imaginad que estáis en el campo, en el pequeño pueblecito de Briarsfield; allí hay cuatro casas principales: el presbiterio del Señor Helstone, la manufactura de un joven fabricante, Robert Moore, la mansión de Fieldhield que pertenece a Shirley Keeldar y la casa de un viejo contratante, el Señor Hiram Yorke.  El cuadro de costumbres es cuidado, la descripción de los páramos de Yorkshire a lo largo de las estaciones sublime. Por ahí andan todavía los vicarios, las viejas solteronas pobres que dedican sus días a las buenas obras, las matronas altivas de provincias con sus ramilletes de hijas casaderas, obreros desesperados, institutrices y preceptores. Día tras día vivimos a su lado, siendo testigos de sus conversaciones y secretos. Espectadores de unos cuadros de interior llenos de encanto que quedan grabados para siempre en la memoria. Adoro que 'Shirley' sea una de esas novelas en las que se describe al detalle las comidas de los personajes. Rosbif, Yorkshire Pudding, verduras, queso y pastel especiado. Vino, licores y cerveza. Un té donde no faltan las tostadas y un recipiente bien lleno de mermelada de naranja; tartaletas y pastelillos de queso y limón, platos con finas lonchas de jamón aderezado con perejil...¡una delicia para los sentidos!

Y que decir de la galería de personajes amables, curiosos y originales que crea Charlotte, ¡es absolutamente maravillosa! Adoro a la familia Yorke, en especial al pequeño Martin (quien tendrá un papel crucial en la novela). A las dos ancianas solteronas y a Hortense, la hermana de Robert (pese a sus muchos defectos).  Y por encima de todo a los tres personajes protagonistas y la amistad que les une. 
Robert y su lucha por elegir entre el amor y la pobreza o el dinero y la salvación de sus negocios. La humanidad y la dulzura de Caroline. Una joven que, pese a su timidez, desea expandir sus alas y encontrar su lugar en el mundo. Y como no Shirley, la huérfana y rica heredera. Una mujer valiente; un espíritu libre, al que Charlotte dotó de muchos de los rasgos de su hermana Emily. La alusión a su amor por el brezo y el gusto por preferir tumbarse en la alfombra a cualquier sillón. Su independencia y sus ansias de libertad. Su fiel compañero Keeper, retratado en la figura de Tartar, y el episodio del perro rabioso y la herida cauterizada con las tenacillas de Tabby al rojo vivo son solo algunos ejemplos. 


Grabados que representan las distintas localizaciones de la novela.

La páginas de la novela están llenas de pasión y fuerza; de un espíritu de insumisión y de revuelta contra las convenciones. Y ¿sabéis que es lo que más me gusta de todo? Qué las auténticas protagonistas de todo ello sean mujeres.
'Shirley' está plagada de ellas. Habla de mujeres que aman, mujeres que sufren por amor, mujeres que nunca han sido amadas. Mujeres que claman por ser escuchadas y comprendidas; que anhelan un campo de acción más amplio que las paredes del hogar: "Si los hombres pudiesen vernos como realmente somos, se asombrarían; pero los hombres más inteligentes y agudos se engañan a menudo con respecto a las mujeres: no saben verlas a su auténtica luz, no las entienden, ni para bien ni para mal: la mujer que consideran buena es una cosa extraña, medio ángel, medio muñeca; la mujer que creen mala es casi siempre un demonio." 
El discurso de la pequeña Rose sobre su objetivo de cultivar sus talentos, su deseo de vagar por el mundo con objetivos que cumplir es admirable. Como también lo es la exhortación de Charlotte a los padres de familia: "¡Hombres de Yorkshire! [...] ¿deseáis sentiros orgullosos de vuestras hijas y no abochornados? Buscadles pues una ocupación que las aleje del coqueteo, de las intrigas y los chismorreos maliciosos. Si dejáis que los cerebros de vuestras hijas sigan estando constreñidos, encadenados, ellas seguirán siendo una plaga y un estorbo, a veces incluso una deshonra para vosotros; dadles cultura, dadles un campo de acción y trabajo, y serán vuestras más alegres compañeras en la salud, vuestras más cariñosas enfermeras en la enfermedad y vuestro más fiel apoyo en la vejez". Y tantas de las frases que pronuncia la indómita Shirley: "Antes de casarme estoy resuelta a respetar, admirar y amar".  
" - ¿Es usted una señorita bien educada?
  - Soy mil veces mejor: soy una mujer honesta, y como tal seré tratada."



Creo que poco más puedo añadir para convenceros de que leáis 'Shirley', sin mayor dilación. Tendréis entre manos una de esas novelas hechas de momentos de silencio, de reposo, de acción; de escenas de la vida cotidiana que invitan a la lectura pausada. Esa tan temida en estos tiempos que corren de la inmediatez. Mientras la leía, llegaban a mi memoria ecos de 'Middlemarch' de George Eliot y de 'Esposas e hijas' de Elizabeth Gaskell. Si las habéis leído y disfrutado, aún tenéis más motivos para haceros con un ejemplar de Shirley. En el caso contrario, apuntad los tres títulos como indispensables recomendaciones para este 2018.

Con este coup de coeur doy por inaugurada la nueva (y espero prolífica) temporada de este rinconcito. 
¡Muy felices lecturas y muy feliz año nuevo a todos!



2 comentarios:

Hilvanando Palabras dijo...

Lo primero feliz año.Que reseña tan bonita y completa,la verdad me han dado ganas de leer esta novela.Solk he leído Jane Eyre de las Bronte.Un saludo

Boni dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.