lunes, 4 de febrero de 2013

Hopper y la loca del desván

De nuevo lunes y que desilusión, el deseo de que el fin de semana durase eternamente evaporado; y es que este ha sido uno de esos fines de semana que se graban en la memoria, tan bien aprovechado que aún estoy preguntándome si verdaderamente ha durado cuarenta y ocho horas.

Sabrina y  sus amores
El sábado por la mañana fuimos al super para hacer provisión cara a la Chandeleur. Y eso que es? Pues se trata de una fiesta de origen pagano cuyo nombre proviene de de festa candelarum (fiesta de las velas). Los celtas, entre otros, celebraban este día en honor a la diosa Brigit alumbrando antorchas como símbolo de purificación y fertilidad ante el fin del invierno. Los crêpes con su forma redondeada y su color dorado recuerdan al sol, lo que explica que se preparen este día para simbolizar que los días ya se van alargando poquito a poco.  Esta fiesta no me gusta, me encanta! Todo el mundo a ponerse morado a crêpes! Mis preferidos:  con mermelada de arándanos y los de manzana caramelizada con canela (deseando estoy comerme otro mientras escribo esto). 

Así que por la noche maratón de crêpes y después vimos Sabrina (con Harrison Ford y Julia Ormond). Menudas las risas que se echo Jean al ver a algunos actores franceses allá por los años noventa; la verdad que el look de Patrick Bruel no tiene desperdicio... 

Esta versión de Sydney Pollack me encanta; el personaje de Linus (Harrison Ford) es genial con su crueldad irónica; y el padre de Sabrina es adorable. Su habitación está llena de libros por todas partes y me conquistó cuando Sabrina dice" recuerdo cuando me dijiste que habías decidido hacerte chófer para poder tener todo el tiempo libre posible para leer; mientras esperabas a alguno de los Larrabee siempre se te podía ver leyendo tras la ventanilla del coche." Después de la peli y pese a que tendría que haberme ido a la cama no pude evitar zanjar mi cita con Miss Pettigrew, tenía que saber como acababa su historia...y  con que sonrisita de satisfacción en los labios me fui a dormir. 

Summertime
No me arrepentí a la mañana siguiente pero casi, porque teníamos que estar despejados para LA exposición. Después de su paso por el Thyssen llegó a París la retrospectiva de Hopper. Sufrimos para conseguir entradas y menos mal que decidieron prolongar la exposición unos cuantos días mas. La cola para entrar era impresionante; los poco previsores que no compraron entrada anticipada tenían que hacer una cola de aproximadamente cuatro horas de espera e incluso nosotros que teníamos entrada programada tuvimos que esperar bajo la lluvia una media hora. A pesar de todo la espera mereció la pena, vaya si lo hizo. Los cuadros y grabados de Hopper tienen tanta luz y tanto realismo que te hipnotizan. Eres un espectador que invade la privacidad de unas habitaciones que Hopper retrató dejando la ventana abierta. Como recalcaba uno de los textos de la exposición "De lo que para el artista mediocre o el profano parece como el aburrimiento de la vida cotidiana de un pueblo de provincias supo hacer una calidad que podría decirse poética, romántica, lírica o más, supo dar una dimensión épica y nueva a su simpatía por lo banal".

Después de haber dado ese "verdadero" paseo por Estados Unidos salimos a la realidad de París y decidimos abandonar la idea de subir a pasear por los Campo Elíseos que están justo a la salida del museo; seguía lloviendo y el cielo amenazaba una tempestad. Así que ya en casa, mientras Jean veía el rugby yo me recluí en mi rincón favorito, frente a la ventana y la lluvia con una buena taza de capuccino de vainilla. Ajena a todo me enfrasqué en la lectura de un libro apasionante; otra ventana abierta, esta vez a la vida y las obras de las escritoras del siglo XIX. Esas locas del desván que "desafiaron los dictados patriarcales de la época y con la pluma en la mano mostraron al mundo que la mujer,a parte de un objeto decorativo que admirar, tenia pensamientos y opiniones que ya no estaba dispuesta a callar por más tiempo".

Nuevos marcapáginas!
Lo voy saboreando poco a poco, mientras leo al mismo tiempo las novelas que van poblando sus páginas. Los comentarios de las autoras y las críticas de los contemporáneos de Jane Austen, las hermanas BrÖnte, George Eliot o George Sand acerca de sus obras van enriqueciendo mis lecturas y haciendome comprender los retos que afrontaron estas mujeres al decidir ser escritoras. Iré compartiendo con vosotr@s algunas de estas páginas porque no tienen desperdicio; y para aquellas (que como yo) se apasionen por la literatura del siglo XIX, no dejéis pasar la oportunidad de leer este ensayo, estoy segura de que lo que encontréis en él no os defraudará.

Por de pronto me ha guiado hacia un relato escalofriante del que os hablaré mañana. 

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