"Ella lleva una vida de contemplación casi pura en considerable aislamiento en una finca en el campo. Una vida sin acontecimientos externos, una vida cuya historia no puede contarse porque no hay nada que contar. Su existencia, sin embargo, no es inútil. Por el contrario ella brilla como un farol en un mundo oscuro, como un faro inmóvil mediante el cual los otros, los viajeros cuyas vidas si tienen historia, pueden establecer su curso. Cuando quienes participan en sentimiento y acción se vuelven a ella en su necesidad, nunca son despedidos sin un consejo y consuelo. Ella es un ideal, un modelo de generosidad y de pureza de corazón".
"Vive una vida tan doméstica como se pueda. Ten a tu hija contigo todo el tiempo...échate durante una hora después de cada comida. Como máximo ten dos horas de actividad intelectual al día. Y nunca toques una pluma, un lápiz o un pincel en tu vida".

Como vi que era cortita decidí leerla enseguida, pensando que seria algo rápido y que me permitiría volver a la lectura de La loca del desván enseguida. Sin embargo conforme iba avanzando en el relato el estupor de un principio se fue convirtiendo poco a poco en una opresión constante, en una sensación de pánico que terminó dejándome con ese estado de parálisis corporal que solo el terror es capaz de provocar.

Evidentemente en ese estado de reclusión la condición mental de la protagonista se deteriora rápidamente y asistimos a un horrible descenso hacia la locura en el ambiente claustrofóbico de la habitación empapelada.
En realidad la enferma no es un personaje de ficción, si no la misma autora del relato, Charlotte Perkins Gilman, contando su experiencia. Afectada por una depresión post parto Gilman sufrió este tratamiento y solo fue capaz de superar su depresión cuando por fin pudo retomar el contacto con el mundo exterior, escribiendo y llevando una vida activa como una persona normal. Escribiendo ese relato de descenso a la locura, la autora quiso denunciar el terrible tratamiento a la que eran sometidas las mujeres afectadas por enfermedades nerviosas. Cuando el papel amarillo fue publicado en 1892, envió una copia a su antiguo médico para que supiese de primera mano las terribles consecuencias de sus prescripciones médicas. Unos años mas tarde la autora se enteró de que el doctor Weir Mitchell había cambiado su tratamiento y no pudo menos que contestar " si es así, no he vivido en vano".
El relato es escalofriante en una primera lectura, pero después fui viendo todas las metáforas escondidas en la historia y comprendí la necesidad de leer una historia de tales características. Al verme la cara de circunstancias después de acabar de leer, Jean me preguntó que que me pasaba y al contárselo me dijo " Si es que no se por que lees esas cosas". Yo no le dije nada, pero pensé para mis adentros, "porque es necesario; por que a veces debemos enfrentarnos a cosas terribles para evitar que jamás vuelvan a repetirse".
3 comentarios:
Hola. Me encantan tus publicaciones *___* ¿De dónde sales?, haha.
No conocía ese libro. Tiene muy buena pinta. Lo apuntaré.
Este tipo de depresión debe de ser muy complicada y dura. Si es es contada desde la experiencia de la autora, mucho mejor. Podemos sacar nuestras propias conclusiones sobre este problema y aprender de él.
Me ha gustado tu entrada. No conocía La loca del desván. ¡Oh, Diosas!. ¡Vaya descubrimiento! ¿Cómo no conocía este libro? o_O Me lo compro. Las escritoras siguen siendo "rechazadas" oficialmente. Ni tan siquiera Google ha hecho un homenaje al aniversario de "Orgullo y Prejucio" de Jane Austen. Sí, lo hicieron con varios escritores masculinos. Ahí, se ve todo u_u
Un saludo.
Jajaja estaba escondida en el desván :D
Muchas gracias por tu comentario! He pasado por tu blog y he pasado un buen rato disfrutando de tus entradas y de tu reto, 12 escritoras,12 países! Me apunto ahora mismo :)
Viendo sobre lo que escribes te recomiendo aún más si cabe La loca del desván; yo lo descubrí por casualidad en la biblioteca y me hice la misma pregunta, ?Por que no había dado con él antes? :(
Tienes toda la razón, google mutismo total y creo que si no llega a ser por el gran esfuerzo de las blogueras inundando la red con homenajes, ni siquiera los periódicos se hubieran hecho eco del aniversario. En fin parece que tampoco están tan lejanos los días en que las escritoras tenían que usar un seudónimo masculino para ser tomadas "en serio"...
Un saludo y gracias de nuevo por comentar!
¡Hola! Descubrí tu blog hace poco y me encanta. Se nota que le pones mucho cariño y sensibilidad a las reseñas que escribes :-D.
Bueno, a lo que iba, y espero que no te importe que comente en una entrada tan antigua. Este relato lo leí hace años para clase, y recuerdo que me impactó mucho, porque habla muy bien de esas represiones victorianas que afectaban doblemente a las mujeres. Es muy triste que pensaran que lo mejor era recluirlas de esa manera, cuando eso lo que hacía era volverlas más "histéricas" como las llamaban en la época. No sabía lo del médico que cambió de tratamiento después de haber leído su historia... Eso si que es justicia poética <3.
No me enrollo más. Un saludito, y, ¡ah! precioso el nombre del blog :-D.
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