Willa y flores amarillas, buena combinación. |
Y por fin, demos paso a Willa Cather. Ya os hablé por aquí de Pioneros y de Shadows on the Rock (dos novelas suyas que me encantaron), y hoy le llega el turno a La casa del profesor; una novela breve, enigmática y llena de silencios, que me perturbó sobremanera.
Veréis, todo empieza con una mudanza. Corren los años 20 y nos situamos a orillas del lago Michigan. El profesor St. Peter, un prestigioso historiador, está a punto de abandonar el que ha sido su hogar durante más de veinte años.
La nueva posición de prestigio que ocupa en el seno de la universidad ya no encaja con su vieja casa, algo destartalada y parca en comodidades. Por eso, y para regocijo de su esposa e hijas, toda la familia decide trasladarse hasta una nueva mansión.
Es entonces cuando el profesor echa la vista atrás y hace balance de lo que ha sido su vida. La relación que ha mantenido con su familia, los altibajos de su trayectoria académica y por encima de todo el papel que cierto alumno suyo jugo en el desarrollo de ambas.
En los primeros compases de la novela se nos presenta a la familia del profesor, a su esposa, sus dos hijas, sus yernos y el clima familiar que se respira en la vieja casa. Estampas de la vida cotidiana de una familia de clase media-alta, apacibles en apariencia, pero en absoluto idílicas. Muy pronto somos testigos de la infelicidad del profesor St.Peter; del profundo sentimiento de opresión que siente entre los muros de su hogar. Willa Cather describe a la perfección el ambiente cerrado, cálido y asfixiante de la casa; el monótono discurso de unos familiares preocupados únicamente por el dinero, las compras y la posición social. Y frente a eso, dibuja el único espacio liberador de la novela, la vieja buhardilla en la que el profesor puede refugiarse, aislándose de ese mundo hostil y materialista que le rodea. Un sitio en el que resuena con fuerza el nombre de Tom Outland, ese antiguo alumno que entró en su vida como un soplo de aire fresco, para inspirarle y remover su conciencia.
No os miento si os digo que sentí una especie de rechazo cuando empecé a leer la novela. Creo que aturdida es la palabra perfecta para describir mi estado mientras avanzaba con la lectura. La estructura y la forma en la que Willa desarrolla su historia es diferente, experimental con respecto a sus otros trabajos. Después de haber leído Pioneros, Shadows on the Rock y Mi Antonia quedé francamente sorprendida con la forma. Dejando a un lado la narración lineal, La casa del profesor está dividida en tres partes claramente diferenciadas; la primera y la última comparten el mismo espacio y el mismo tiempo; pero no así la parte central de la novela, donde Willa introduce brevemente la historia de Tom Outland y sus aventuras en los fascinantes yacimientos de Mesa Verde.
Veréis, todo empieza con una mudanza. Corren los años 20 y nos situamos a orillas del lago Michigan. El profesor St. Peter, un prestigioso historiador, está a punto de abandonar el que ha sido su hogar durante más de veinte años.
La nueva posición de prestigio que ocupa en el seno de la universidad ya no encaja con su vieja casa, algo destartalada y parca en comodidades. Por eso, y para regocijo de su esposa e hijas, toda la familia decide trasladarse hasta una nueva mansión.
Es entonces cuando el profesor echa la vista atrás y hace balance de lo que ha sido su vida. La relación que ha mantenido con su familia, los altibajos de su trayectoria académica y por encima de todo el papel que cierto alumno suyo jugo en el desarrollo de ambas.
En los primeros compases de la novela se nos presenta a la familia del profesor, a su esposa, sus dos hijas, sus yernos y el clima familiar que se respira en la vieja casa. Estampas de la vida cotidiana de una familia de clase media-alta, apacibles en apariencia, pero en absoluto idílicas. Muy pronto somos testigos de la infelicidad del profesor St.Peter; del profundo sentimiento de opresión que siente entre los muros de su hogar. Willa Cather describe a la perfección el ambiente cerrado, cálido y asfixiante de la casa; el monótono discurso de unos familiares preocupados únicamente por el dinero, las compras y la posición social. Y frente a eso, dibuja el único espacio liberador de la novela, la vieja buhardilla en la que el profesor puede refugiarse, aislándose de ese mundo hostil y materialista que le rodea. Un sitio en el que resuena con fuerza el nombre de Tom Outland, ese antiguo alumno que entró en su vida como un soplo de aire fresco, para inspirarle y remover su conciencia.
Cliff Palace en Mesa Verde, el lugar donde se desarrolla la aventura que cambió la vida de Tom Outland y mi parte favorita de la novela. |
Al principio puede desconcertar un tanto este recurso narrativo; pero pronto me di cuenta de que funciona a la perfección. Willa ya dejaba muy claras sus intenciones al escribir La casa del profesor en su ensayo On Writing:
"Justo antes de comenzar el libro vi en París una exposición de pinturas flamencas antiguas y modernas. En muchas de ellas la escena representaba un salón de cálida decoración, o una cocina llena de alimentos y utensilios de cobre. Pero en la mayoría de los interiores había una ventana cuadrada, a través de la que se veían mástiles de barcos o un retazo de mar gris [...] en mi libro intente hacer la casa del profesor ST.Peter sofocante y abarrotada de objetos nuevos [...] hasta que uno terminaba bastante agobiado. Luego quise abrir la ventana cuadrada para dejar entrar el aire que soplaba de Mesa Azul y el elegante desprecio hacia las trivialidades que había en el rostro y la conducta de Tom Outland."
Como un soplo de vida en un mundo viciado, los momentos pasados con Tom Outland fueron los únicos felices para el viejo profesor. En él, en su recuerdo, quedaban los ideales de juventud, de amistad y aventura. Un tiempo de posibilidades y esperanzas que nunca volvería y que se recuerda una y otra vez a lo largo de la novela.
Ya veis que esta no es una historia alegre ni optimista. Ser testigos de estas reflexiones, hechas en la recta final de una vida, es triste, verdaderamente triste. La impresión final que me dejó La casa del profesor fue lo doloroso e insatisfactorio que puede ser el darse cuenta de haber vivido influenciado por las presiones externas, por la inercia y no por las propias decisiones que uno toma.
"Justo antes de comenzar el libro vi en París una exposición de pinturas flamencas antiguas y modernas. En muchas de ellas la escena representaba un salón de cálida decoración, o una cocina llena de alimentos y utensilios de cobre. Pero en la mayoría de los interiores había una ventana cuadrada, a través de la que se veían mástiles de barcos o un retazo de mar gris [...] en mi libro intente hacer la casa del profesor ST.Peter sofocante y abarrotada de objetos nuevos [...] hasta que uno terminaba bastante agobiado. Luego quise abrir la ventana cuadrada para dejar entrar el aire que soplaba de Mesa Azul y el elegante desprecio hacia las trivialidades que había en el rostro y la conducta de Tom Outland."
Como un soplo de vida en un mundo viciado, los momentos pasados con Tom Outland fueron los únicos felices para el viejo profesor. En él, en su recuerdo, quedaban los ideales de juventud, de amistad y aventura. Un tiempo de posibilidades y esperanzas que nunca volvería y que se recuerda una y otra vez a lo largo de la novela.
Ya veis que esta no es una historia alegre ni optimista. Ser testigos de estas reflexiones, hechas en la recta final de una vida, es triste, verdaderamente triste. La impresión final que me dejó La casa del profesor fue lo doloroso e insatisfactorio que puede ser el darse cuenta de haber vivido influenciado por las presiones externas, por la inercia y no por las propias decisiones que uno toma.
Willa Cather visitó las ruinas de Mesa Verde, Colorado, en 1915. Allí fue donde encontró la inspiración para escribir "La casa del profesor". |
Si vais a acercaros a la obra de Willa Cather por primera vez, yo os recomendaría empezar con Pioneros. Dejad La casa del profesor para más adelante. Los silencios son numerosos en la obra de Willa y quizá en esta novela aparecen con demasiada fuerza. Empezad con las obras en las que describe las praderas del medio oeste que tan bien conocía. Estoy segura de que amareis su estilo, su fuerza única y regresaréis a ella una y otra vez.
Un fuerte abrazo y muy felices lecturas a todos.
Un fuerte abrazo y muy felices lecturas a todos.
PD. Aquí os dejo este completo y fascinante artículo del Smithsonian sobre las posibles causas de la abrupta desaparición del pueblo anasazi (el yacimiento de Mesa Verde es uno de los máximos vestigios de su cultura). Y si os interesa saber un poquito más sobre las posibles causas que contribuyeron al colapso y la desaparición de algunas de las antiguas civilizaciones, os recomiendo este libro de Jared Diamond. Seguro que resolverá muchos de vuestros interrogantes y os hará plantearos muchos otros.
7 comentarios:
Pues voy a hacerte caso, que aún no me he estrenado con esta autora y voy a empezar con Pioneros. Y ésta, por ahora, voy a dejarla pasar.
Besotes!!!
Me gusta Willa Cather y no conocía, creo, este libro. Como ya he leído más cosas suyas creo que puedo arriesgarme ¿no? Además me gustan los silencios entre las páginas de un libro :) Además esa referencia a Stoner, aunque sea por las diferencias, es un anzuelo más que he de morder :)
Un abrazo
Hola Marie, por una vez no te voy a hacer caso...voy a ir directamente, y de cabeza, a leer esta novela, porque en cuanto has nombrado Mesa Verde, he visto el cielo abierto. No sin razón, no creas que te quiero llevar la contraria sin más, jejeje... Hay un buen motivo: Me licencié (hace ya un porrón de años) en Antropología Americana, así que todo lo que gira en ese sentido, y la cultura anasazi siempre ha sido una de mis debilidades, procuro leerlo. Cuando estaba estudiando la carrera me leí La ciudad sagrada, de Preston & Child, a pesar de ser un bestseller (de los que yo huyo) precisamente porque trata el tema de los yacimientos arqueológicos anasazis. Me encantó, una lectura muy entretenida, y emocionante, además de muy bien documentada. Le echaré un vistazo al artículo, y al libro. Muchas gracias!
Un fuerte abrazo
Espero que lo disfrutes Margari! Willa Cather és una escritora que merece la pena descubrir. Un besito!!
Hace poco me estrené con Willa Cather y leí Uno de los nuestros. El caso es que me encantó la primera parte de la novela, esas descripciones de las praderas me fascinaron, pero cuando entra en juego la Primera Guerra Mundial me descoloqué bastante. La visión que da sobre el conflicto me chocaba, me parecía demasiado idealizada para mi gusto.
Te voy a hacer caso y voy a ir directa hacia Pioneros que creo que me va a gustar bastante, ya que aunque mi primer encuentro con esta autora fue algo raro, me quedé con muchas ganas de leer más de ella.
Un beso.
El saber que se ha cedido a las presiones externas y la inercia, en lugar de vivir con criterio propio, qué duro. Tu entrada además de belleza, tiene lecciones de vida. Gracias por compartirlas.
Un abrazo, Marie
Ana precisamente tú eres una de las lectoras que puede arriesgarse. Sabes como llenar los silencios o disfrutarlos tal y como se presentan :)
Ademas si te gustó Stoner, creo que el profesor St.Peter puede resultarte buena compañía.
¡Un abrazo!
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